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Uno de los partidos más calientes y esperados se disputaba en esta 4ª Fecha de las Eliminatorias Sudamericanas. Es que con el polémico suceso Jara-Cavani aún latente, la Selección de Uruguay recibía a un Chile que era esperado con ansias en un colmado Centenario.
Con un estadio convertido verdaderamente en un hervidero; Uruguay jugó enojado, aunque no enceguecido de furia. Por el contrario, supo capitalizar dicha bronca como un arma letal contra su rival. ¿De qué manera? Planteando un encuentro friccionado, provocando que la Roja se saliera de su eje y quedara completamente desenfocado.
Luego de un arranque bastante parejo, con la visita teniendo la primera chance de peligro, la Celeste hizo sentir la localía. Tras producirse la primera gran escaramuza, Diego Godín salió a dar la cara por el local: primero guapeó, bancó la parada y luego se hizo presente en el área rival para mandar la pelota al fondo de la red y abrir el marcador.
Con Chile prácticamente habiendo perdido los estribos, hasta Sampaoli quedó enganchado en el juego 'charrúa', ya que terminó increpando a Godín y Cavani una vez culminado el primer tiempo, retirándose del campo de juego al grito de "cagón, sos un cagón".
Uruguay se mantuvo en su postura y continuó poniendo lo más nervioso posible a su rival en cada ocasión posible (demorándose más de la cuenta en retornar al campo de juego, por ejemplo). Y aunque la Roja insinuó volver en sí en la segunda etapa, protagonizando varias maniobras de real peligro, el sólido fondo charrúa y el firme Muslera le fueron dejando truncos sus intentos.
Para colmo, la Celeste gozaba de una eficacia inapelable. Es que enseguida logró golpear en los momentos justos y cerrar el partido prematuramente. Tal como sucedió en la apertura del marcador, la pelota parada volvió a ser su arma letal: mientras a los 16 minutos fue Álvaro Pereira quien conectó la redonda y salió a festejar, tres más tarde lo hizo Martín Cáceres, sentenciado el 3-0 definitivo.
Con algunas postales sumamente reprochables (como la reacción de Sampaoli y los provocativos gestos de Vargas al ser reemplazado), una actitud ejemplificadora se vivió una vez que el juez marcó el final del juego. La misma tuvo como protagonistas a Jara y Cavani, quienes tuvieron un breve diálogo y terminaron marchándose con un apretón de manos.