El capitán del equipo argentino se grabó en la piel y para siempre el trofeo que tanto costó conquistar.

Las promesas se cumplen. Esa es una regla inquebrantable. Y así lo hizo Daniel Orsanic, capitán argentino de Copa Davis.

Durante cada serie del año pasado, el conjunto nacional fue prometiendo cosas si ganaban. Tirarse al mar helado, raparse… las habituales consignas que se suelen hacer con tal de alcanzar un objetivo.

Pero para la final ante Croacia, Orsa hizo una muy especial: si salía campeón se tatuaba la copa en su espalda.

Y así lo hizo. Daniel cumplió con su palabra y se dibujó la Ensaladera de Plata, que fue durante tantos años esquiva para nuestro país, y que ahora descansará para siempre en nuestras vitrinas.