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La ministra de Sanidad belga Maggie De Block anunció ante el Comité de Sanidad del Parlamento que el gobierno repartirá pastillas de yodo a toda la población del país –unas 11 millones de personas- para proteger el tiroides de la radioactividad ante un hipotético accidente nuclear.
La medida se toma porque el Consejo Superior de Salud aconsejó distribuir yodo de forma preventiva a todas las personas que vivan a menos de 100 kilómetros de una central nuclear. Hasta ahora ese perímetro de seguridad se extendía solamente a 20 kilómetros.
Llevarlo hasta 100 kilómetros hace que todo el país esté dentro de esa zona de seguridad porque legalmente también hay que incluir a la población que se encuentre a menos de 100 kilómetros de centrales nucleares de países vecinos, como sucede en la región belga francófona fronteriza con Francia.
El gobierno explica que no espera un accidente nuclear pero sus dos centrales llevan años con problemas y polémicas. Bélgica tiene dos plantas nucleares: Doel –cuatro reactores- y Tihange –tres-. En las dos centrales ha habido fallos, paradas y arranques durante los últimos años.
Alemania y Luxemburgo llegaron a pedir a Bélgica que pare definitivamente esos dos reactores –uno de cada central- “hasta que se resuelvan las dudas sobre su seguridad” y el ayuntamiento de la ciudad alemana de Aquisgrán –a unos 70 kilómetros de la planta de Tihange- anunció que recurrirá a la Justicia belga para hacer que se paren los reactores que hayan tenido problemas.
Se descubrieron microfisuras en la cuba de dos reactores y uno sufrió un “sabotaje” que obligó a pararlo. Después de varias reparaciones volvieron a ponerse en marcha en diciembre contra la opinión de los gobiernos vecinos. La agencia de seguridad nuclear belga dijo que las críticas alemanas y luxemburguesas no serían atendidas porque las dos centrales “responden a los criterios de seguridad más estrictos”.
El costo de comprar y distribuir las pastillas de yodo a unos 11 millones de personas correrá a cargo de Electrabel, la empresa propietaria de las centrales. A pesar de esta medida, siguen creciendo las voces que piden el cierre de varios reactores. Ecolo, el partido ecologista, exige que se respete escrupulosamente el calendario original de cierre de las nucleares belgas.
En 1999 el gobierno belga –formado entonces por liberales, socialistas y ecologistas- aprobó el fin de la energía nuclear en el país cuando los reactores cumplieran 40 años de uso y prohibió que se alargara su vida y que se construyeran más reactores. La ley no ha sido modificada pero en 2005 se quiso añadir 20 años a las nucleares para llevarlas hasta los 60 antes de su cierre.
El reactor más viejo, Doel 1, debería haberse cerrado el año pasado –se inauguró en 1975- pero sigue en funcionamiento con la excusa de que Bélgica no ha conseguido otras formas de suministro energético suficientes para cubrir toda su demanda eléctrica. Los reactores más nuevos cumplen 40 años en 2025.
Ecolo presiona para que no se prolongue la vida de Doel 1 y 2, y que se paren los reactores con microfisuras –Doel 3 y Tihange 2-, lo que dejaría al país con sólo tres de siete reactores nucleares.