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Así lo asegura la oficina de turismo de Puerto Princesa, en la isla filipina de Palawan, donde descansa ahora el valioso tesoro marino.
El enorme espécimen, que esperan se convierta en todo un reclamo turístico para la isla, fue presentada este lunes por primera vez al público en una exposición.
Mientras los gemólogos analizan y valoran si esta es realmente "la perla más grande del mundo", la prensa local e internacional se hace eco de la inverosímil historia sobre cómo fue descubierta.
Sus descomunales dimensiones no parecen reales: mide unos 70 centímetros de largo y más de 30 de ancho.
Y su peso supera en cinco veces al de la Perla de Alá (o Perla de Lao Tzu), de 6,4 kilos, catalogada, hasta ahora, como la de mayor tamaño, peso y valor en todo el mundo.
Pero su valor económico tampoco se queda corto. Los especialistas calculan que podría ascender a unos US$100 millones.
Sin embargo, el hombre que la encontró no tuvo interés en comprobarlo. En lugar de intentar sacarle un provecho económico, quiso buscarle uno mucho más espiritual.
El pescador, cuya identidad no ha sido revelada, encontró en esta valiosa perla un perfecto amuleto. Y decidió guardarla en su casa de madera, bajo su cama, para que le trajera buena suerte.
A principios de este año, la vivienda del pescador sufrió un incendio. Fue entonces, tal vez considerando que su amuleto ya no era tan efectivo, cuando decidió deshacerse de la enorme perla y entregarla a las autoridades de la oficina de turismo de Puerto Princesa.
Ahora esperan que el hallazgo, además de anotar un nuevo récord a su pequeña isla en cuanto a perlas gigantes, les genere también un mayor flujo de turistas.