Entre los puntos que sobresalen, se solicita la apertura de la calle Pasteur, entre Labardén y Casacuberta, cerrada actualmente por el predio de La Serenísima. La ausencia de calles que comuniquen estas manzanas con la zona anterior a la lechera genera muchas dificultades cada vez que los vecinos quieren entrar o salir del barrio, para asistir a la escuela o los centros de salud e incluso para recibir la asistencia en situaciones dramáticas. “Cuando se incendió una casa del barrio, los bomberos no pudieron llegar a tiempo porque no tenían un acceso directo que les permitiera ingresar”, señaló una vecina del lugar.

También pidieron por agua de red. Aunque resulte inverosímil, hay muchos hogares en la zona que no tienen este recurso vital y se abastecen a través de una manguera común, tomando el agua de vecinos.

Además, reclamaron por la limpieza de los basurales a cielo abierto y la desratización, y se mostraron preocupados porque las obras del Langueyú nunca los incluyen, “no llegan hasta acá”.

Nicolás Carrillo, referente del movimiento Evita y vecino de Villa Aguirre acompañó el reclamo, sostuvo que “es difícil pensar en seguridad si no hay luminarias ni calles y proliferan los baldíos. Esta situación se presta para el microdelito”.

“Es extraño, en una ciudad como la nuestra, escuchar a los vecinos reclamar por un espacio verde, por una plaza, para sus pibes. Es la demostración material de que estamos viviendo ‘dos ciudades’ y que, en los barrios, nos toca enfrentar condiciones poco habitables”, agregó al tiempo que afirmaba que “nos gusta el Tandil turístico, con paseos y lugares de dispersión, pero más nos gustaría con los barrios integrados”.