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Uno de sus mejores amigos, Sebastián Reinaga, escribió una crónica que relata con crudeza y realidad el difícil momento que le tocó vivir al tandilense y sus amigos.
"La noche estaba terminando en el centro cultural “En eso estamos”. Cerca de las 5,40 de la madrugada del sábado, Rafael y yo nos encontrábamos tomando una cerveza en la barra del lugar, hacíamos chistes entre nosotros y bailábamos al compás de la música que pintaba lo que era la noche hasta ese momento: alegría y diversión.
De pronto, escucho un estruendo e instantáneamente otro, pienso que son petardos pero cuando miro hacia la galería veo un gran revuelo de gente y siento gritos, muchos gritos, en ese momento escucho el tercer impacto y ahí lo veo a Rafa que empieza a hacer gestos de dolor y me intenta decir algo.
Ante la conmoción sólo atino a decir: “Vení Rafa, vení conmigo”, trato de correr a mi amigo de ese lugar y llevarlo a la sala de al lado porque los tiros seguían tronando. Miro otra vez hacía la galería y veo que la gente del lugar se había abalanzado sobre un hombre que tenía un arma en la mano y que quería seguir gatillándola.
Mientras dos personas me ayudaban a asistir a Rafa que permanecía en el piso, salgo afuera a los gritos pidiendo que llamen a una ambulancia. En el camino voy encontrando al resto de la gente que había salido conmigo esa noche, Tefi, Ale, Cristian, Azul, y por último a Pau que estaba con una profunda crisis nerviosa, pero al menos ellos no habían resultado heridos.
Después de unos minutos llegó un patrullero de la Policía Local con dos agentes, cuando salgo y los veo les digo desesperadamente que llamen a una ambulancia pero ellos actuaban con el mismo desconcierto que yo tenía en ese momento.
Luego de la llegada del segundo móvil de la fuerza de seguridad comunal, otros dos agentes entran en la vivienda y detienen al autor de los disparos que estaba siendo sostenido por la gente del lugar que demostró una gran valentía para intervenir.
Otros oficiales intentan decirme que hay que llevar a Rafa al hospital, pero yo me niego rotundamente ya que solo quería que un médico lo toque, hasta que agentes de la Policía bonaerense irrumpen en el centro cultural y con un tono firme me dicen: “Llevamos a tu amigo de acá o dejamos que se desangre porque la ambulancia no va a venir” a lo que yo respondí: “Esta bien vamos”.
Con la ayuda de una enfermera, que se encontraba de casualidad en el lugar, un chico de bigotes y dos personas más cargamos a Rafa a una camioneta de la bonaerense en una puerta blanca que hizo las veces de camilla. A gran velocidad salimos hacía el Hospital San Martín, yo tenía tomado de la mano a mi amigo que permanecía consciente y me decía: “Llamá a Mariano”, su hermano.
Cuando llegamos al Policlínico, enfermeros de la guardia suben a Rafa a una camilla y se lo llevan para que los médicos lo vean. Cuando certifico que mi amigo está siendo atendido me dispongo a llamar a Mariano, que como dije es el hermano de la víctima, y se había ido del centro cultural media hora antes de los sucesos.
De ahí en más la odisea continuó, el resto de los amigos que estaban en el centro cultural fue llegando y los que no lo eran pero que habían colaborado también se hicieron presentes. Los primeros momentos en la guardia del hospital fueron de mucha incertidumbre. A las dos horas recibimos el primer parte que no establecía muchas precisiones, sólo que el impacto había entrado por el lado derecho de su abdomen y que el hígado, tórax y pulmón podían haber sido afectados, pero que Rafa se encontraba estable.
Con el correr de los minutos nos fuimos enterando de cosas que le agregaron mayor particularidad al hecho: quien había efectuado los disparos era un agente de la Policía Local que estaba de civil y que al momento del episodio estaba discutiendo con su pareja, que también era miembro de la fuerza.
El segundo parte médico fue tal vez el momento más dramático de todos, Rafa se había complicado, estaba teniendo hemorragias internas y había que intervenirlo quirúrgicamente y su vida estaba en riesgo.
Nadie entendía nada, Eliana, la novia de Rafa, y Mariano que eran quienes hablaban con los médicos, estaban desorientados. El resto de la gente también lo estábamos, esas horas transcurridas hasta que nuestro amigo salió de la operación se vivieron con una tensión muy difícil de explicar con palabras, sólo el que ha pasado por una situación similar podrá comprenderlo.
Pero Rafa superó esa instancia, su hemorragia fue detenida y si bien su estado era crítico volvía mostrase estable. Eso tranquilizó un poco a todos, sobre todo a los padres que llegaron desde Tandil tiempo después de la noticia.
En su primer contacto con su hermano, Rafa se mostró molesto, un poco enojado, afirmando que el no había hecho nada y que “quería que se haga justicia”. Al enterarnos sobre su estado de ánimo y su fuerza para luchar, todos prometimos no quebrarnos y seguir firmes con nuestro amigo.
Los días siguientes fuimos recibiendo el apoyo de mucha de gente que pasaba por el hospital a solidarizarse con nosotros , entre ellos Fernando Tauber, vicepresidente del Universidad Nacional de La Plata que estuvo en más de una ocasión junto con Edith Alba Pérez, la decana de la Facultad de Psicología.
También se acercaron muchos medios, de los cuales algunos desinformaron y trajeron más confusión pero hubo otros que mostraron grandes gestos de humanidad, algo no muy habitual.
Mi declaración ante la fiscalía fue difícil, rememorar todo ante un oficial de justicia no es lo mismo que contárselo a un conocido. Cuando terminé de declarar, la persona que me atendió me preguntó por el estado de salud de Rafa y exclamó: “Estamos cansados de que hayas problemas con esta gente de la policía local”.
El lunes por la noche más de 50 personas entre familiares y amigos estábamos en la guardia del hospital a la espera de los resultados de la segunda operación. Ante la noticia de que nuestro amigo había salido bien de la intervención y que su recuperación continuaba a pasos firmes, aplaudimos, nos abrazamos y lloramos, la odisea al final estaba terminando.
Conocí a Rafael Cobo hace tan solo 4 años y medio, pero en ese tiempo se convirtió en una de las personas más cercanas para mi porque descubrí a alguien de inquebrantable valores morales, con una gran lealtad y un amor propio que le está permitiendo salir de esto. Yo lo estoy esperando, junto a Mariano y el resto de los chicos para comer un gran asado, escuchar Guasones y reírnos de todo.
Por Sebastián Reinaga