Locales
14 de Septiembre, 2009
Parir la Ley de Medios Audiovisuales
7:00 | (Por Andrea Rossetti). Alguien me preguntó por qué considero que la gente no tiene libertad de elección en el campo de la comunicación. Es más me chicanearon: ¿no pensás que la gente es lo suficientemente inteligente, capaz y otras yerbas para elegir? Según un estudio de Guillermo Mastrini y Martín Becerra –especialistas en la materia-, sólo cuatro grupos en nuestro país vinculados al negocio de la comunicación deciden acerca de la producción y distribución del 83% de los mensajes que circulan por el territorio nacional. No pensemos que en el pago chico la cosa es muy diferente. Hay concentración de medios. Por lo tanto hay concentración de contenidos. En este contexto la libertad de expresión corre riesgo, al igual que el acceso a la información por parte de la mayor parte de la población. La libertad de prensa –que tanto se está aduciendo por estos días- es un lujo para unos pocos. En nuestra ciudad hay medios que censuran, que tachan la producción de sus periodistas. Tachan la palabra sexo, tachan la palabra dictadura, tachan y tachan. ¿Lo puedo probar? No, porque los colegas tienen miedo de denunciar y perder sus fuentes de trabajo. En Tandil, como ocurre en otros puntos del país, los medios “legales” se han recostado en la “ilegalidad” de medios colegas como argumento de venta de pauta publicitaria, condenando a una mayor vulnerabilidad a los mismos. Son los mismos medios “legales” que evaden al fisco, tienen a trabajadores de prensa y otros gremios trabajando en negro, en gris, con pasantías hipervencidas, con regímenes de monotributo. La dinámica de las leyes del mercado tiene en su sello de origen el desarrollo de monopolios y oligopolios. De ninguna manera ese mercado querrá que haya pluralismo. Es la democracia –y nosotros su ciudadanía- la que quiere pluralismo de ideas y pensamiento. Si entendemos que comunicación e información son un bien social, tenemos que garantizar la equidad en el acceso a la información. Para poder opinar, disentir, participar, comprometernos responsablemente es necesario tener igualdad en ese derecho. También los grandes medios en ocasiones son más peligrosos por lo que no dicen que por lo que dicen. Hay toda una gama de “realidades” que se ocultan, no aparecen, se invisibilizan. Discutir esta norma, la Ley de Medios Audiovisuales es por lo tanto discutir un modelo de democracia. Se sigue sosteniendo intencionalmente que la Coalición por una Comunicación Democrática es una construcción oficialista para dar debate a la Ley. Se borra todo un abecedario detrás de una “K”. Si esto fuera cierto quienes venimos trabajando desde la diversidad y el pluralismo, ya no estaríamos juntos. Justamente los mismos actores sociales continuamos apostando a un proceso porque las bases del mismo se construyeron con un debate profundo y serio. Fue una construcción paulatina, cada una de las organizaciones de la Coalición debatió con sus bases, orgánicamente informó a las mismas a cada paso. En un proceso espiralado se volvió a debatir. Ahora se pretende realizar un “debate federal”. ¿Nos preguntamos qué es lo que creen que venimos haciendo desde hace años? Si en la letra del proyecto se impulsa la promoción del federalismo y la integración regional es porque hay ciudadanos/as que cotidianamente luchamos justamente para que no se borre de un plumazo desde un escritorio en Bs. As. lo que se construye en el resto del territorio. Nada dicen tampoco los multimedios acerca de las garantías que se establecen en la norma para que toda persona pueda expresar, investigar, buscar, recibir y difundir informaciones, opiniones e ideas. Ni del marco de la Convención Americana de Derechos Humanos, ni los tratados internacionales incorporados a la Constitución. Mucho menos se menciona la responsabilidad social de los medios de comunicación y el respeto a principios éticos. O la administración del espectro radioeléctrico en base a criterios democráticos y republicanos que garanticen igualdad de oportunidades para todos los individuos en las asignaciones. En definitiva: ya son 26 años de intereses mediático-corporativos que atentan contra la promulgación de una Ley de la democracia. Que la Ley es perfectible, claro está, toda norma lo es. Pero entre tanta estrategia dilatoria, me quedo con lo que dijo Pérez Esquivel en una de las audiencias públicas de la Cámara de Diputados: si los legisladores no van a legislar, démosles vacaciones.