Locales
12 de Abril, 2014
Opinión sobre los linchamientos: "Hay un malestar por algo que no está bien hecho"
07:00 | El lector Francisco Solá envió a Tandil Diario una nota de opinión sobre los linchamientos en nuestro país. 

Descontento social causado por robos, asesinatos y delitos cometidos con extrema violencia ocurridos en las principales ciudades de todo el país, sumado a un estado ausente y el papel de los medios de comunicación que “fogonean” el tema, generaron una situación totalmente aberrante, donde los ciudadanos “linchan” a un presunto delincuente.

La sociedad está exacerbada, cansada de tanta impunidad. A menudo, se observa violencia en el fútbol, en la calle e incluso dentro de la familia, pero nunca vemos a nadie cumplir una condena por sus hechos. La sociedad está dolida, está lastimada en su ser; esta misma sociedad tiene puntos máximos de frustración que desencadena en la locura de “hacer justicia por mano propia”.

Google Master

El término "justicia por mano propia" lleva consigo una intrínseca contradicción, el Poder de Policía y de enjuiciamiento lo monopoliza acertadamente el Estado. Siendo este, el que se encarga de impartir justicia para evitar la arbitrariedad de la población ya que el ser humano es un ser que responde con violencia desproporcional cuando se lo daña. Para saber más sobre las garantías procesales que tenemos todos los argentinos recomiendo la lectura del art 18 de la C.N.

La legitimidad del linchamiento está fuera de discusión y el que limita el debate al hecho de que si está bien o mal linchar a una persona es un equivocado políticamente. Por tanto, la verdadera discusión radicaría en los por qué se llega a esa situación de que los vecinos actúen de esa manera y la realidad, es que fueron un conjunto de acciones y omisiones que derivaron en un deterioro en las funciones del Estado.

El vecino no quiere salir a linchar a ningún delincuente, lo que realmente quiere es que haya un policía con las herramientas necesarias para que lo atrape y un juez que lo encarcele. Pero desgraciadamente en la Argentina esto no se cumple ya que la policía está mal entrenada, con pésimo equipamiento, con sueldos bajos, desprestigiados por el Gobierno de turno y sobre todo desconoce su espacio de acción, es decir, no sabe cómo actuar o directamente no actúa por miedo a perder su trabajo.

La Justicia en Argentina es nefasta, no por la calidad de jueces, secretarios y fiscales que en la gran mayoría de los casos trabajan muy bien, lo que sucede es que están desbordados. La justicia es lenta, tarda en actuar con los delincuentes y estos últimos tienen las “seguridad” de que no va a pasar nada, que pueden delinquir sin riesgos.

Si observamos el caso por la desaparición de Marita Verón, Angeles Trimarco (su mamá) estuvo luchando durante 10 años para meter presos a los que la secuestraron, prostituyeron y mataron. Además, con el doble juego que hay con los códigos procesales de las provincias hacen que muchos de los delitos sean excarcelables.

Por si no fuera poco, los servicios penitenciarios son un estigma para cada desdichada persona que entra en ellos. Las cárceles argentinas fueron duramente criticadas por la Comisión Interamericana y por el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas que mostraron su preocupación por la situación de los reos.

Se estima según diferentes informes que alrededor del 65% de los presos se encuentran sin condena firme. Lo triste, es que nuestra Constitución dicta en el art 18 que “Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas” e históricamente nunca pudimos cumplir con esa norma que dieron nuestros padres fundadores para lograr una sociedad más igualitaria.

Allí se pierde la dignidad, con presos hacinados en pabellones, mal alimentados, en condiciones de salubridad deplorables y que además no cumple con su mayor objetivo que es reintegrar a los presos a la sociedad. Tristemente, las cárceles son la universidad de los delincuentes, sumado a la realidad de los ex convictos que quieren una vida nueva y les resulta casi imposible reintegrarse al mercado laboral ya que son estigmatizados por toda la sociedad. 

Todos estos factores como también la precaria educación vigente y las políticas que parecen más de supervivencia que a inclusión social, hace que el delito siga creciendo, que no haya oportunidad de otra vida para los delincuentes ni tranquilidad para los vecinos que solo quieren vivir seguros. Para finalizar, dejo una frase de Mahatma Ghandi para llamarnos a la reflexión: “Ojo por ojo y el mundo terminará ciego”, antes había escrito una frase que iba a poner como título o en las primeras líneas del texto pero opté por dejarlo para el último párrafo: Tanto los vecinos como los delincuentes son víctimas de un Estado que falló en sus funciones

DEJANOS TUS COMENTARIOS