La película, dirigida por el fallecido Alejandro Doria y estrenada el 6 de mayo de 1985, es la mejor representante del género “grotesco criollo” (costumbrista). Su crítica severa, en clave de humor negro, a la falsa moral que tiñen los lazos familiares y que se reproducen a mayor escala en la sociedad, la convirtió en un ícono del cine argentino.

“Años después esta película no perdió vigencia por su carácter testimonial de la sociedad´”, dijo Luis Brandoni, uno de los actores, tras la proyección del filme, restaurado y digitalizado con el apoyo del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA).

El cómico Enrique Pinti, que tuvo un papel acotado en el film, sostuvo que la película “es una de las razones” por las que se dedicó a su profesión.

“La clave es que mostramos algo inalterable: siempre habrá una Susana, problemas familiares y pobres que tengan solo dos empanadas para comer´”, aseveró.