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Por obra y gracia del Indec, las tasas oficiales de pobreza e indigencia en la Argentina están suspendidas desde hace un año en un punto convenientemente bajo para el relato kirchnerista. El 29 de octubre del año pasado el Indec publicó por última vez su cuestionado informe semestral sobre la incidencia de la pobreza y la indigencia en el país.
Los analistas, sin embargo, advierten que, como consecuencia de la elevada inflación y el estancamiento del mercado laboral, la pobreza y la indigencia aumentaron desde que el Gobierno dejó de difundir los datos. De hecho, algunos informes del propio Indec sugieren que las condiciones de vida se deterioraron en los últimos meses.
El último parte sobre pobreza e indigencia publicado por el Indec corresponde al primer semestre de 2013. Según ese informe, en la primera mitad del año pasado el 3,7% de los hogares y el 4,7% de las personas de los aglomerados urbanos eran pobres, mientras que la indigencia afectaba al 1,5% de los hogares y al 1,4% de las personas. Estimaciones alternativas arrojaron resultados muy superiores. Para FIEL, en el segundo trimestre de 2013 el 14% de las personas estaba bajo la línea de la pobreza y el 4,1% calificaba como indigente. Según la Universidad Católica Argentina (UCA), en tanto, en el cuarto trimestre del año pasado el 3% de los hogares y más del 5% de las personas eran indigentes, mientras que la pobreza afectaba al 17% de los hogares y a una cuarta parte de las personas.
El 23 de abril de este año, pese a que el calendario de difusión anunciaba la publicación de las estadísticas correspondientes a la segunda mitad de 2013, el Indec, sin una explicación previa, decidió no dar a conocer ese informe. Esa decisión, en realidad, empezó a vislumbrarse dos meses antes, el día en que el organismo oficial, en busca de recuperar su credibilidad perdida, presentó el nuevo índice de precios al consumidor nacional urbano (IPCnu). Ese mismo día, sin embargo, ocultó los valores de las canastas básicas alimentaria y total, que marcan las líneas de la indigencia y de la pobreza, respectivamente.
Las últimas cifras publicadas resultaban más que llamativas: según el Indec, en diciembre del año pasado, un adulto no era indigente si tenía ingresos mayores a $ 254,8 mensuales. Es decir, para el organismo oficial una persona podía alimentarse con $ 8 diarios.
Las estadísticas oficiales de pobreza e indigencia correspondientes al primer semestre de este año debían difundirse -de acuerdo con las fechas de publicación de los años anteriores- entre septiembre y octubre, algo que no ocurrió. LA NACION pidió una explicación al Ministerio de Economía sobre este tema, pero no obtuvo respuesta.
Según estimaciones privadas, sin embargo, las condiciones de vida de los argentinos se deterioraron desde el primer semestre del año pasado. De acuerdo con los cálculos de FIEL, en el segundo trimestre de este año el 17,5% de las personas estaban bajo la línea de la pobreza y el 5,7% calificaban como indigentes. Es decir, para la consultora la pobreza aumentó en 3,6 puntos porcentuales frente al segundo trimestre del año pasado y la indigencia aumentó en 1,6 puntos. Nuria Susmel, economista de FIEL, explicó que la consultora calcula la pobreza basándose en la Encuesta Permanente de Hogares del Indec, pero tomando en cuenta sus propios valores actualizados de las canastas básicas.