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El teléfono de línea sonó en plena madrugada. La dueña de casa se levantó rápido y atendió. Del otro lado, la voz agresiva de un hombre le dijo que tenían secuestrada a su hija y que, si no pagaba, la mataban. La mujer intentó comunicarse con la chica, pero no pudo. Entonces decidió salir a la calle y entregar el rescate que le exigían. Más tarde se enteró de que había sido víctima de una estafa.
La mujer engañada en este nuevo secuestro virtual fue la periodista y escritora Sandra Russo, panelista del programa de la TV Pública “6–7–8”. Fuentes oficiales confirmaron que pagó 50.000 dólares como parte del falso rescate de su hija.
El episodio ocurrió durante la madrugada del jueves. El llamado fue realizado a las 3.40 de la mañana. Una voz de hombre le dijo a Russo que tenían secuestrada a su hija. La mujer, que vive en el barrio porteño de Palermo, se desesperó. “Contó que, de fondo, se escuchaban los gritos de una chica diciendo que la iban a lastimar”, resaltó una fuente del caso.
Foto Página/12
No está claro cuánto dinero pidieron de entrada los estafadores. Pero finalmente la periodista arregló un pago de 50.000 dólares. Según declaró Russo en la comisaría 23° de la Policía Federal, el dinero lo había cobrado de una sucesión familiar y lo tenía guardado en su casa.
Según se determinó luego, en el momento del llamado extorsivo la hija de Russo estaba en la casa de su novio. “La periodista la llamó pero la chica no la atendió. Al parecer, la joven estaba durmiendo”, contaron los voceros.
Finalmente, la periodista acordó hacer el pago en un locutorio. Fue entonces que juntó el dinero y lo llevó hasta el comercio. Más tarde, una vez que ya había hecho el pago, Russo se pudo comunicar con su hija. En ese momento descubrió que había sido víctima de un engaño.
Varias horas después del episodio, en la noche del jueves, Russo se presentó en la comisaría 23° y realizó la denuncia de lo ocurrido.
La periodista y militante K tuvo la suerte de poder ir a la comisaría acompañada por gente del Ministerio de Justicia de la Nación, cosa que al ciudadano común no suele sucederle.