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Roger Federer no es más esa persona fría y calculadora que destrozaba rivales y sólo levantaba trofeos. Hoy, a sus 35 años, se toma un minuto más para disfrutar de todo. Se acerca el final y sabe que tiene que sentir el otro lado del tenis.
Todo esto quedó plasmado en el Abierto de Australia. Tras ganarle la final al croata Marin Cilic, el suizo se dispuso a agredecer a todos los que habían contribuido para que ganara su vigésimo título de Grand Slam. Y en un momento se quebró. No pudo seguir hablando y las lágrimas empezaron a caer de sus ojos. Nunca antes se había mostrado de esa manera. Y el público estalló.
Mientras la gente lo ovacionaba, Federer recorría con la mirada el Rod Laver Arena. Ese terreno en donde ya se consagró seis veces, y en donde es el más ganador junto a Novak Djokovic. Sus ojos llorosos agradecían tímidamente el reconocimiento. No es para menos. Es el mejor tenista de la historia.
Atrás quedó la frialdad con la que se caracterizó toda la vida al suizo.
I'M NOT CRYING, YOU'RE CRYING! 😭🙌
"You guys make me nervous. You guys make me practice. You guys fill the stadiums. Thank you."
- @RogerFederer 💎#AusOpen pic.twitter.com/sGHCB6mhJG
— #AusOpen (@AustralianOpen) 28 de enero de 2018