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La policía de Palermo, capital de Sicilia en Italia, anunció el arresto de once personas de dos bandas que habían montado una industria delictiva del horror: fracturaban los brazos y las piernas de víctimas complacientes, marginales de la sociedad, para fingir accidentes en la calle y cobrar los seguros.
Enfermos mentales, drogados, alcohólicos y gente en la pobreza extrema, recibían la promesa nunca cumplida de recibir a cambio 800 euros (le daban como máximo 200), si aceptaban que les golpearan las piernas y brazos con discos de hierro como las pesas que se usan en los gimnasios para provocarles fracturas y mutilaciones.
La investigación policial se orientó tras el hallazgo en la vía pública del cadáver del tunesino Hadry Yakoub en enero de 2017. Al principio se creyó que había sido atropellado por un auto por el tipo de heridas que le encontraron en la autopsia, pero los forenses descubrieron que se trataba de fracturas realizadas antes de la muerte y una absoluta falta de rastros de un vehículo sobre su cuerpo.
Las indagaciones llevaron a la captura del perito de seguros Michele Caltabellota, que era el jefe de una de las dos bandas.
Una parte de las víctimas han sufrido fracturas graves y terminaron en una silla de ruedas o deberán caminar con muletas por el resto de su vida.
Algunos criminales confesaron que en forma rudimental daban dosis de anestesia a las víctimas para disminuir el volumen de los gritos de dolor y desesperación.
Esta nueva pista llevó al arresto de una enfermera de neurología del hospital Cívico de Palermo que suministraba la anestesia que robaba del centro de salud.
Ella y su marido fueron bloqueados en su casa por la policía, que encontró en el domicilio a tres personas ya fracturadas que estaban graves.
El jefe de la escuadra móvil de Palermo, Roberto Ruperti, dijo que era la primera vez que se descubría un “negocio” criminal tan cruel y que los resarcimientos por cada caso podían trepar a los 150 mil euros.
“Hemos encontrado ya diez prácticas”, explicó el jefe policial.