La carta completa: 

Ladran los perros de la casa, nos despertamos con mi esposa, se incorpora de la cama miraba por la ventana y me dice: "Es la policía". Se viste rápido y sale, yo me incorporo despacio, ella vuelve. Le pregunto: "que pasa?" Me contesta: Preguntan si acá era Torres, que teníamos que ir a la 1ra que ahí nos iban a informar.

Me empiezan a temblar las manos y el cuerpo sin entender nada, salimos lo más rápido y a su vez lo más lento, vamos en el auto sin pensar, sin rumbo aun sabiendo a donde vamos, llegamos lo más rápido y lo más lento que se puede. Mientras tanto, algo te empieza a oprimir hacia abajo, tus hombros se caen, tu cuello se dobla, tus piernas te pesan, tus brazos no tienen fuerza y caminas media cuadra; ¡qué lejos que es! Llegas a la puerta, hay un escalón de altura normal, que crece cuando yo levanto mi pie para subir, y con esfuerzo logro llegar a poner mi pie encima. Mi corazón se estruje, salta dentro de mi pecho. Es un pasillo con puertas de madera y vidrio a los lados, son oficinas. Vemos personas vestidas de azul, no prestamos atención. Nos hacen pasar, nos ofrecen asiento, mi esposa a mi izquierda, a su lado una persona, que trata de decirnos de la forma menos dolorosa, pero, no hay forma hasta ese momento. Mi corazón era una hoja de fotocopia y esta ser se transformó en un ser perverso que arranca esa hoja de mi pecho, la arruga, la hace un bollo y la arroja a un cesto no muy lejos, el cual rebota en el borde y cae afuera, me quedo sin corazón, sin esperanza, sin NADA, estoy devastado, no entiendo lo que siento; mis hombros, mi cuello, mis brazos y piernas aun pesan más que cuando llegue. Vienen personas que no conozco, a tratar de levantar tus brazos, cuello, piernas, reconfortarte, te ofrecen agua para mitigar el trago amargo, pero nunca alcanza la poca agua que podés tomar, empieza a salir de tus ojos y ya no para. Permanecemos un tiempo, no sé cuánto, sin saber qué hacer.

Nos empezamos a ir, el cuerpo es insostenible, llegamos al escalón, que ahora es mucho más alto. Vamos arrastrando el cuerpo, media cuadra hasta el auto y pensando "Como le decimos a sus hermanos o a su abuela?". Intento abrir el auto, no encuentro la llave en mis manos, ni mis manos, todavía están con mis piernas media cuadra atrás deslizándose del enorme escalón.

Volvemos, es un día radiante, no veo, para mí es un túnel gris. Entonces comprendo aquel ser perverso, que no es perverso, es una persona con familia, como muchos con hijos, que, lamentablemente tiene la tarea de dar estas terribles noticias que ocurren a diario en distintos lugares. Porque comprendo, yo me convierto en ese ser perverso que va a arrugar la hoja del pecho de mis hijos, la va a arrugar, hacer un bollo y tirarla.

Empieza una espera terrible, las horas no pasan, se derriten muy lentamente. Empiezan a llegar familiares, los miro, ninguno tiene su hoja en el pecho, el día sigue siendo brillante. Se lleno mi casa, como cuando festejamos alguna fiesta. El día radiante se va apagando...

Llega la noche, nos avisan que ya podemos ir al lugar que nadie va por gusto, nos movilizamos rápido, llegamos, entramos... El cuerpo me pesa, las lágrimas no salen, te tiemblan las piernas, te tiembla el alma, enfrentas, un cofre brillante cerrado que contiene tu tesoro más preciado. Las horas ya no se derriten, se detienen; ahora es un reloj de arena, pero mojada. Llegan muchas personas, muchas conocidas, otras desconocidas, pero tenemos algo en común; ninguno tiene su hoja.

Llega el momento de guardar el tesoro; para que nadie me robe lo que queda, es mío, es mi tesoro, yo lo hice, yo lo cuide para que nadie me lo robe, pero igual una parte se llevaron, tengo que recuperarlo, es mío. Es para compartir y darles un poquito a quienes nos quieren. El reloj de arena de a poco empieza a funcionar, otra vez es un día radiante, estoy devastado; estamos. Ya no me quedan lágrimas, levanto mi mirada; veo verde; veo celeste, veo muchas, pero muchas personas; a TODAS le falta la hoja.

Alguien me dice que encontró la parte del tesoro, le digo "dámelo, así lo guardo" me dice: "no, ya no lo podés tocar, ya no lo podés ver" le vuelvo a decir "yo lo quiero ver, tocar" me dice "no te preocupes, tu tesoro está bien guardado en un lugar donde nadie, nadie puede hacerle daño". "y yo que hago?" Le digo. "No te preocupes" me contesta, "siempre va a estar con ustedes y todos los que la quieren. Ella eligió ser una flor, una margarita. Me dice que no la busques. cuando vayas y te sorprenda una margarita ella estará ahí, me alegre, sentí paz, como somos nosotros, sin rencores, ni odios hacia nadie, y me pregunte una margarita? Habiendo flores mucho más bellas, inmediatamente reflexiono digo, no, la más bella es la margarita; representa todo su ser, es una flor simple, espontanea, y me viene a la mente hace años atrás cuando donde vivimos antes del avance del urbanismo, había mucho campo y me recuerdo que se tapizaba de blanco y oro con el florecimiento de margaritas silvestres. Y si digo es ella, simple, blanco pureza y en el medio el sol, su propia luz.

Empiezo a ver que las personas que nos quieren su pecho esta distinto se ve luminoso, están recuperando su hoja; ya no es la misma pulcra y lisa, está un poco arrugada, pero tienen como una luz que está pasando, de pronto se me acerca una brillante luz que no me deja ver, quiero ver, me ciega de a poco mis ojos se van acostumbrando; se recorta una figura digo es ella, es mi tesoro, si, si, es mi tesoro. Viene sonriente, con una túnica blanca, un enorme perro negro la acompaña, sus ojos irradian esa luz brillante que me cegaba, su cabello rubio, también brillaba, en sus manos traía algo que también brillaba. Se me acerco, muy cerca me dijo "hola papi, te traigo esto, es tuyo. Lo habías perdido". Lo apretó en mi pecho y empezó a estirarlo, es mi papel, estaba estirado pero arrugado con algo más de donde salía la luz... Y me di cuenta que había recuperado mi corazón, el cual estaba maltrecho con una enorme margarita que emite su luz propia, cuando levanto la mirada ella se iba alejando con el perro, su túnica blanca, su cabello rubio largo y brillante, giro su cabecita, lo cual hizo que su cabello se encendiera en luz. Me entrego una enorme sonrisa como la de siempre, me quede perplejo... se fue alejando, hasta que desapareció, en ese momento sentí brillar mi pecho, una paz enorme me inundo y dije "hasta siempre mi amor, nos veremos cuando este designado"

Te amaremos por siempre y para siempre mi amor. MAMA, TOMI, FEDE, las brujas roba hermanos como les decías (AGUS Y MACA), TIOS, TIAS, PRIMOS, AMIGOS DE LA FAMILIA, AMIGOS DEL GRUPO AMWAY)

Dedicado a la memoria de AILIN TORRES.

Gabriel Torres 14/11/17

NI UNA MAS, NI UNA MENOS.