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Las pocas personas que vieron a Carlos Di Doménico en los meses previos a su muerte coinciden en algo: el reconocido diseñador atravesaba una profunda crisis económica y emocional. Se encontraba lejos de su negocio, familia y amigos. Su círculo más íntimo concuerda, además, en señalar a su esposo, Juan Manuel Campillo, exsecretario de Hacienda de Santa Cruz y uno de los hombres que mejor conoció los secretos financieros de Néstor Kirchner, como el responsable de esta situación.
El fallecimiento del modisto está envuelto en sospechas. Sus hijos, Stéfano y Carla, descreen de una muerte por leucemia y esperan que la Justicia ordene la autopsia sobre el cuerpo de su padre para confirmar o descartar un asesinato. En paralelo, el juez Julián Ercolini investiga si Campillo -señalado como el primer valijero K- blanqueó dinero de la corrupción a través de la estructura de negocios del diseñador y si llevó a cabo maniobras defraudatorias para vaciar sus empresas y despojarlo de sus bienes. La causa, que se inició por una demanda laboral de los exempleados de Di Doménico, sumó un elemento clave: una testigo italiana vinculó al exsecretario santacruceño con supuestas maniobras de lavado de los Kirchner.
Anna Putrino, exapoderada del diseñador en Italia, reveló el supuesto método utilizado por el viudo del modisto para blanquear dinero y afirmó ante el fiscal Jorge Di Lello que en la intimidad Di Doménico "decía que Campillo era valijero y que sacaba plata a Panamá y las Islas Vírgenes de los Kirchner”. La mujer también aportó cuentas en el exterior de las que retiraba fondos para comprar prendas y telas, siempre por orden del modisto y su esposo, quien en los últimos años se había introducido de lleno en el negocio de la moda tras alejarse de la política.
Así, la denuncia formulada por las abogadas Alejandra Bellini y Florencia Arietto -representes legales de los trabajadores despedidos- dio forma a un expediente que intenta determinar si los fondos utilizados para adquirir los vestidos en el extranjero provenían de la corrupción. Un dato sobrevuela la investigación: Campillo conoció como pocos el destino y manejo de los fondos extraordinarios que la provincia de Santa Cruz cobró por regalías petroleras, que estuvieron depositados en cuentas en el exterior hasta su regreso al país.
Putrino fue durante años empleada de Di Doménico en Italia, uno de los destinos favoritos del diseñador y el sitio donde compraba buena parte de las telas y prendas que luego vendía en la Argentina. El 15 de septiembre de 2015 la italiana y el modisto firmaron un poder especial que le permitió a la mujer disponer de los fondos de una cuenta en la Banca Privada d'Andorra con los que compraba los materiales luego utilizados en las prendas de colección. Según la documentación presentada por la testigo, pasaron por allí US$ 292 209 (nunca declarados). Aunque habría más: la italiana aportó otra cuenta en Suiza, de la que dispuso de un volumen de dinero mucho mayor. Esta estructura de negocios -según la denuncia- habría sido utilizada por Campillo para llevar adelante maniobras de lavado.