Por: Javier Zbikoski

El futuro está aquí y en las escuelas se están formando a los profesionales que en los próximos años decidirán el destino de la economía mundial. Pero esto no es todo, 65% de los niños que hoy acuden a las aulas de clases ejercerán trabajos que aún no existen.

Esto se debe al auge de la economía del conocimiento, que se basa en el uso de la información para generar valor y riqueza por medio de su transformación y conocimiento. Es decir, es la evolución de la economía hacia un modelo enfocado en la investigación y el desarrollo (I + D).

Este panorama permite un sistema laboral y empresarial mucho más inclusivo, sin embargo en la región aún queda mucho por hacer. En América Latina -a la fecha- sólo se invierte el 0,78% del PIB en I + D.

“Existen barreras que impiden que los países aprovechen el poder de las industrias en conocimiento, innovación y emprendimiento para lograr el desarrollo económico”, alertó el Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin) en un informe publicado en su sitio web.

Este porcentaje de inversión de 0,78% del PIB regional está muy debajo del 2,4% invertido en 2011 en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), entre los que se incluyen Estados Unidos, Noruega, Suecia, Japón, Corea del Sur, entre otros.

Algunos de los problemas que enfrenta la región para evolucionar de la economía tradicional a la del conocimiento son: falta de preparación en los sistemas financieros para satisfacer las necesidades de las empresas tecnológicas, un capital emprendedor escaso y la baja capacidad de las aceleradoras e incubadoras.

Se hace también necesario ampliar el vínculo entre la investigación y la industria, y encontrar un mayor número de trabajadores calificados. Sólo así se podrá avanzar hacia una economía más madura que le permita a la región ampliar su nivel de productividad que hoy es 60% inferior al de un país de Asia Oriental.

¿Cómo hacerla rentable?

Para que la economía del conocimiento sea rentable se necesita mucho más que datos. Así que, más allá de la investigación requerida, es fundamental que el conocimiento se codifique y se convierta en modelos, reglas generales, etc. De esta forma queda disponible para que cualquier agente (humano o artificialmente inteligente) trabaje con ello y lo vuelva útil.

Los países industrializados han liderado esta evolución y a medida que ocurre surgen nuevas industrias, y las ya existentes se ven rejuvenecidas por el uso de la tecnología, como ha ocurrido en el Grupo Metropol, dirigido por Eduardo Zbikoski, donde se han introducido avances informáticos que nos permiten estar a la vanguardia y ofrecer cada vez mejores soluciones a los usuarios.

Esta evolución a la economía del conocimiento trae múltiples oportunidades que se traducen en un crecimiento económico más inclusivo, la creación de nuevos puestos de empleo, la estimulación de la actividad empresarial y el aumento de la productividad en todos los sectores involucrados.