Editorial
Ética, periodismo y democracia
(Por Florencia Montaruli). El pedido de la Presidenta de “crear una Ley de Ética Pública para periodistas”, roza el increíble absurdo. Es inconcebible que el Estado intente interceder en la ética de un periodista, cuando, por si la Presidenta no lo conoce, el rol del periodismo en una democracia es controlar el funcionamiento del Estado. Somos periodistas, y si pensamos distinto, contribuimos a generar democracia, algo que, pareciera molestarle a este Gobierno que sale airoso a hablar de ética.

Una Ley de Ética Periodística es uno de los absurdos más grandes que pude haber escuchado en las últimas apariciones de la Presidenta, siempre en Cadena Nacional, un recurso público pago por todos los ciudadanos.

Para quienes no lo saben, o lo desconocen, los periodistas ya tenemos un código de ética, como lo tienen los escribanos, los martilleros, etc. Podremos estar de acuerdo o no, y quizás deberíamos respetarlo un poco más, pero no por ello es necesario crear una nueva ley. Además, los periodistas ya rendimos cuenta sobre nuestros ingresos al organismo correspondiente, y será ese organismo el encargado de controlar cómo rendimos cuenta de ello.

Claramente, y aunque intente disimularlo, la idea de la Presidenta sobre una Ley de Ética es un intento más por controlar a la prensa. Es evidente cómo a este Gobierno, que llena su boca hablando de democracia, le molesta el que piensa distinto. Y no entiende, o no quiere entender, que el periodista que opina distinto no es “opo”, ni “desestabilizador”, sino que contribuye a construir democracia. La gente luego emitirá su crítica y elegirá la opción que más le convenza. Pensar distinto es generar debate, nuevas ideas, ciudadanos críticos, pero claro, generalmente a los gobiernos los ciudadanos críticos no le sirven. Le sirve el pensamiento único, homologado, establecido por una verdad casi dogmática. Al igual que lo hacía Mussolini, Franco y hasta el mismísimo Hitler. Al igual que hoy lo hacen los Castro en Cuba y Chávez en Venezuela.

Si realmente al Gobierno, como dijo la Presidenta el otro día, le interesa la libre circulación de la información y la transparencia en la información permitiría el acceso a la información del Estado. Por si no lo sabe este Gobierno, la soberanía de la información la tiene el pueblo. Me pregunto entonces, por ejemplo, dónde está la declaración jurada del titular de Anses, Diego Bossio, aún no entregada pese a que el tiempo límite ya expiró. Los ciudadanos tenemos derecho a saber eso.

Me sorprende sobremanera escuchar a una periodista de 6-7-8 hablar de que “si cobrás un dinero de una empresa, tené el decoro de no hablar mal de ella”. Quisiera explicarle a esta periodista, y por intermedio de ella a todo aquel que tilda a la prensa opositora de mercenaria, que tener Ética, para un periodista es justamente poner por sobre todas las cosas el deber de informar, aunque ello ponga en jaque sus intereses personales. El periodismo objetivo no existe, no hay que ser hipócritas, pero creer que porque determinada empresa u organismo paga una pauta a un periodista, éste debe hablar bien, es un error garrafal.

Es gravísimo que la pauta oficial se haya convertido en pauta partidaria, y que ello implique recibir dinero “para hablar bien”. ¿Se da cuenta la Presidenta lo que está pidiendo?. ¿Está entendiendo la gravedad de sus dichos?.

No quiero que una Presidenta que tiene un patrimonio de 70 millones de pesos y habla de derechos humanos e igualdad social venga a pedirme Ética, justamente ética a mí y a todos los periodistas. No quiero que un gobierno cuyo vicepresidente desborda de corrupción me pida a mí como periodista que tenga ética. Es ilógico, es inconcebible y lo peor de todo, es destructivo de nuestra pobre democracia, que aún está en pañales.

Ética, por favor. Eso, justamente es lo que le falta a esta Presidenta.
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