Internacionales
25 de Octubre, 2014
Ébola: New York pide calma
06:30 | Luego de que se detectara el primer caso en la ciudad, las autoridades buscaron aplacar el temor de la población

El alcalde de Nueva York, Bill De Blasio, buscaba llevar tranquilidad a los neoyorquinos durante una conferencia prensa, ayer, cuando intentó, con una analogía histórica, calmar la ansiedad que generó la llegada del ébola a la ciudad más poblada de Estados Unidos.

"Es crucial enfatizar que no es una enfermedad que se transmite por el aire, no es una enfermedad que se transmite por el contacto casual", explicó De Blasio, enfático. "Hay un paralelismo cuando se desató el sida, y todos recuerdan esa crisis, los desafíos y las preguntas. Y luego quedó claro que sólo se transmite con contacto directo íntimo, fluidos corporales. Nada menos que eso", completó.

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Trastocada por el hallazgo de un infectado con ébola, en un departamento de Harlem, Nueva York se enfrentó, de un día para el otro, al miedo que genera la peor epidemia en la historia del virus: ya murieron por lo menos 4877 personas (la mayoría en África Occidental), una de ellas, Thomas Duncan, en un hospital de Dallas. Hasta ahora, fue la única víctima en Estados Unidos.

Frente al temor, y fiel a su diversidad, Nueva York ofreció un mosaico de reacciones que osciló entre la ansiedad y la tranquilidad.

"Sabía que era irracional... pero aún así me puse un poco paranoica", comentó a la nacion Boyda Johnstone, una estudiante canadiense de 28 años, mientras compraba un sándwich junto con su novio, David Klassen, en un almacén en la esquina de la calle 147 y Broadway, en Harlem, debajo del edificio donde vivía Craig Spencer, el médico diagnosticado con ébola en Nueva York.

"Empecé a estudiar más sobre la enfermedad. Sólo tenía una idea vaga y estaba tratando de mantenerme fuera del frenesí", completó Johnstone. "Yo no tengo miedo para nada", agregó Klassen, a su lado, con una sonrisa.

A la vuelta de la esquina, una fila de cámaras de televisión y periodistas hacía guardia frente al edificio donde vive Spencer, que se convirtió en el primer caso de ébola en la ciudad y el cuarto en el país desde que se desató la epidemia en el oeste de África. Tres personas (su novia y dos amigos) fueron puestas en cuarentena. Las autoridades sanitarias trabajaban ayer en las tareas de desinfección de su departamento.

Spencer, de 33 años, miembro de Médicos sin Fronteras (MSF), permanecía aislado y en observación en el hospital Bellevue, que se había preparado desde hacía semanas para tratar pacientes con el virus.

Desde su regreso de Guinea, el 17 de octubre, Spencer vivió con precauciones. No había ido a trabajar al Centro Médico Presbiteriano de la Universidad de Columbia y la New York University, no había visto pacientes y se controlaba la temperatura dos veces por día.

"La gente va y viene con normalidad. Ni se nota", dijo a la nacion Anne Beskow, estudiante de doctorado en ese hospital, cuando se le preguntó si la noticia había generado algún cambio.

El miércoles pasado, Spencer salió a trotar, viajó en subte de Manhattan a Brooklyn, jugó al bowling y, luego, volvió a su casa en un auto de la empresa Uber. Anteayer por la mañana tuvo fiebre por primera vez y fue de manera inmediata al hospital Bellevue.

CELERIDAD

Por la rápida reacción de Spencer, que apenas tuvo fiebre notificó a MSF, las autoridades minimizaron el riesgo de contagios. El ébola sólo se transmite luego de que aparecen los primeros síntomas. Con todo, Spencer fue criticado, sobre todo en Twitter, por no haberse aislado de manera voluntaria durante por lo menos 21 días, el máximo período en el cual una persona infectada puede desarrollar síntomas, a pesar de que ningún protocolo para la enfermedad así lo exige.

"¿Por qué no se hizo un chequeo antes de venir aquí?", se preguntó Eduardo Reyes, un mexicano de 28 años que trabaja en un almacén cerca del edificio donde vive Spencer. Desconocía, como muchos, las características del virus, que puede tardar semanas en generar fiebre, el síntoma más común.

Inquietudes como las de Reyes tuvieron efecto: los gobernadores de Nueva Jersey, Chris Christie, y de Nueva York, Andrew Cuomo, ordenaron ayer una cuarentena obligatoria de 21 días para médicos y viajeros que hayan tenido contacto con enfermos en países de África Occidental, los más afectados por el virus.

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