Internacionales
8 de Octubre, 2015
Moscú prueba en Siria el misil crucero con el que quiere atemorizar a Europa
07:00 | Dispara desde 1.500 km de distancia, pese a que tiene aviones sobre el terreno.

La utilización de misiles para atacar posiciones de Estado Islámico en Siria no es sólo una demostración de fuerza más entre las muchas realizadas ante la OTAN por parte de Moscú en los últimos días. En una rueda de prensa celebrada este miércoles, el Ministerio de Defensa ruso dejó claro que ha disparado por primera vez un tipo muy particular de proyectil: el SS-N-30A (o 3M-54 Kalibr en nomenclatura rusa).

El gesto de Moscú es peculiar por muchas razones, pero quizá la principal de todas es el plan de vuelo seguido por los 26 misiles SS-N-30A. Lanzados desde pequeños navíos de la flota rusa en el Mar Caspio -en realidad un lago salobre-, los aparatos han atravesado el espacio aéreo iraní e iraquí antes de impactar contra sus objetivos en Siria.

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Con el acuerdo de sus "socios" (en palabras de los responsables de Defensa rusos) presumiblemente en Teherán, aunque no está claro si también en Bagdad, los 26 misiles Kalibr han sobrevolado el terreno a apenas 20 metros de altitud y a una velocidad cercana a 1.000 kilómetros por hora. Diseñados para sorprender al enemigo, vuelan tan bajo para esquivar el radar y, cuando se acercan a su objetivo, aceleran hasta 3.500 km/h (casi tres veces la velocidad del sonido) para impactar sobre él con una precisión de 3 metros.

Está, además, la cuestión del punto de lanzamiento. Rusia parece haber preferido utilizar navíos situados a 1.500 km de distancia de sus objetivos, cuando puede disponer de plataformas de fuego naval mucho más próximas en el Mediterráneo, justo frente a la costa de Siria.

Por fin, el uso de misiles crucero parece contradecir el tipo de reglas de juego elegidas por Rusia para apoyar al presidente de Siria, Bashar al-Assad. Tras desplegar tropas sobre el terreno, y hacer que aviones como el avanzado Su-34 sobrevuelen a corta distancia objetivos en todo el país, Moscú decide utilizar un arma diseñada -precisamente- para evitar el enfrentamiento directo.

La operación, claramente desproporcionada, parece diseñada así como la puesta de largo de los SS-N-30A, una especie de bautismo de fuego público que sirva para enviar un mensaje directo a los despachos de la OTAN en Bruselas. Porque los 2.500 km de alcance del Kalibr le permiten alcanzar multitud de objetivos en Europa Occidental no sólo desde lanzamisiles situados en terreno ruso, sino también desde el Mar Negro.

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